Reseña: Lost Girls, de Hajime Isayama, Hiroshi Seko y Ayumu Kotake

Tres historias cortas que desarrollan dos de mis personajes favoritos del universo Attack on Titan (Shingeki no Kyojin). Primero, Mikasa Ackerman, traumatizada a perpetuidad por los eventos mostrados en el sexto episodio de la serie. Mikasa combate dolores psíquicos constantes mientras trata de mantenerse agarrada a Eren, la única persona viva que la importa de verdad, aunque se trata de alguien que persigue e invita la muerte. Segundo, Annie Leonhardt, una individualista introvertida que fue creada, como su padre repetía, para cumplir una misión que a ella no la importa, y para una gente entre la que no pertenece. Es consciente de la broma absurda que su vida representa, aunque ni siquiera puede reírse de ella.

En la primera historia, Mikasa, tras las noticias que recibió en el séptimo episodio, ha chocado contra un edificio y yace en un toldo. Desesperada, alucina un pasado diferente para Eren y ella, uno en el que los eventos mostrados en el sexto episodio no pasaron. Su relación se desarrolla de otra manera, aunque debe pelear con la ira de Eren y su deseo de ver el mundo más allá de los muros. De acuerdo con el mundo cruel que los creadores de esta serie inventaron, y la temática existencialista que toca, ese pasado alternativo ni siquiera acaba bien en su imaginación. Al principio, que esta historia enseñara una línea temporal alternativa me molestó. Yo quería descubrir más sobre los personajes a través de eventos que hubieran pasado entre las escenas del manga (o de la serie). Sin embargo, el tono alucinatorio y simbólico encaja con Mikasa. Acentúa lo poco que la importa cualquier cosa salvo mantenerse agarrada a sus personas queridas, que parecen destinadas a abandonarla.

La segunda historia es el origen del OVA Wall Sina, Goodbye. El día anterior a que Annie tratara de cumplir su misión, decide buscar a una persona desaparecida. En concordancia con los traumas de Annie, la chica desaparecida también mantiene una relación disfuncional con su padre. Es un misterio hardboiled interesante en el que la detective debe ocultar o distorsionar información para evitar que sus superiores se enteren de sus actividades. También añade al worldbuilding de las áreas interiores de la ciudad, y cómo la caída del distrito Shiganshina cinco años atrás afectó las vidas de los supervivientes.

La última historia tiene una longitud de pocas páginas, y consiste principalmente en un encontronazo entre ambas chicas, que apenas se hablaron durante la trama central. Annie considera que Mikasa es casi una bestia supernatural, y preferiría no tenerla de enemiga.

¿Te importaría este libro si no te gustara Attack on Titan? ¿Podrías seguir sus eventos siquiera? Quizá no. Pero me ha gustado.

Reseña: La araña y otros cuentos macabros y siniestros, de Hanns Heinz Ewers

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¿Ritos macabros realizados por negros y mestizos mencionados como inferiores? ¿Inteligencias inhumanas que se entrometen en nuestro mundo con propósitos incomprensibles, consiguiendo que las personas involucradas pierdan el juicio? ¿Misteriosos eruditos con aficiones sospechosas que incluyen el esoterismo y las antiguas civilizaciones? Uno de los relatos incluso hace referencia a Providence, Rhode Island. Cualquiera diría que he leído otro libro de Lovecraft, pero Hanns Heinz Ewers se trata de una de las influencias principales de Howard.

Me ha impresionado la variedad de las temáticas, de los escenarios y de los elementos incluidos. Ritos ocultos y sangrientos en lugares distantes del mundo. Sacrificios humanos. Suicidios. Desentierro de cadáveres. Necrofilia sobrenatural. Choques de culturas. Oscar Wilde. Un tronco animado. Lovecraft nunca se hubiera atrevido a presenciar en persona los ritos y ambientes que reflejaba en sus historias (no le culpo: yo tampoco), pero a Ewers debía gustarle la vida de trotamundos. La cantidad de detalles que incluyó hasta en las escenas más sangrientas sugiere que escribió los relatos a raíz de presenciar eventos similares. De lo contrario, alabo su talento como investigador.

A pesar de la calidad de los relatos de Ewers y de lo poco que han envejecido, hoy en día está olvidado debido a su vinculación con el nacionalsocialismo alemán, del que se distanció debido a su individualismo y a que le gustaban los judíos. Curioso criterio que seguimos en el Occidente moderno, teniendo en cuenta que muchos escritores e intelectuales del extremo político opuesto siguen leyéndose e incluso enseñan a nuevas generaciones desde sus torres de marfil en las universidades, sin que hubieran denunciado sus ideologías que derivaron a una represión casi inimaginable y centenares de millones de muertos.